lunes, agosto 29, 2011

" Campos de Prueba de Dugway Proving Ground "



El 6 de febrero de 1942, el Presidente Roosevelt firmó el traspaso de 126.720 acres de tierras, en el condado de Toele, a 85 millas al oeste de Salt Lake City en Utah, al Departamento de Guerra, se trataba de un área elegida por el Mayor John R. Burns para levantar un centro experimental de armas. Seis días después quedó establecido Dugway Proving Ground el cual fue puesto en servicio el 01 de marzo como campo de pruebas del ejército.
Las tierras seleccionadas por Burns habían sido atravesadas por el Pony Express y el tren transcontinental, pero en esa fecha estaba totalmente desierta. El terreno era completamente arenoso y con vientos que cruzaban la zona levantando enormes nubes de polvo. Tuvieron que cubrir 130.000 yardas cuadradas con cinco centímetros de grava para que los obreros pudieran trabajar sin ser cubiertos por las contínuas polvaredas.
En agosto de 1942, estaban listas las facilidades básicas del centro y quedaba autorizado para cumplir con las necesidades que demandaban la prueba de armas y de sistemas de defensa incluyendo armas químicas, biológicas y de destrucción masiva. Los principales proyectos iniciales fueron la prueba y perfeccionamiento de armas incendiarias y químicas. También probaron el efecto de morteros, lanzallamas, agentes tóxicos, sistemas de dispersión de químicos, armas biológicas, antídotos contra agentes químicos y ropa protectora.

Construccion de casas estilo Aleman.
En febrero de 1943 fue construida una pista de aterrizaje de 5200 pies de largo. Fue levantado un hospital con 75 camas, médicos y enfermeras. Todo estaba listo y el centro de pruebas estaba también listo para funcionar. Las primeras pruebas realizadas fueron el uso de morteros con proyectiles químicos que fueron probados contra animales. Luego fueron incorporados prisioneros de las cárceles de Utah para completar las estructuras que los diferentes tipos de pruebas requerían.
El Ejército comenzó a probar el bombardeo incendiario construyendo ciudadelas modelos de las ciudades alemanas en las que comprobaron el efecto de las bombas convencionales e incendiarias sobre los diferentes tipos de construcciones típicas de ciudades como Hamburgo, Colonia, Dresden y Berlín. Con la asesoría del arquitecto refugiado judío-alemán Eric Mendelsohn, se construyeron 6 edificios completos al estilo alemán, con mobiliario incluido.
Las conclusiones fueron que el mejor método era el bombardeo con bombas explosivas para destruir puertas, ventanas y techos seguidos de un bombardeo con bombas incendiarias para facilitar el ingreso del fuego al interior y que incinerarían todo lo que había dentro de las casas y edificios. Aunque las bombas no podrían destruir las puertas de acero de los refugios antigases en los sótanos de los edificios, el fuego causado por el fósforo y magnesio termita sería tan intenso que incineraría lo que estaba en el interior de los refugios aunque las puertas estuvieran cerradas y sin daños causados por las bombas explosivas.
Cuando terminó la guerra en Europa, la atención de Dugway se centró en Japón. El ejército pidió el concurso de Frank Lloyd Lincoln Wright, arquitecto que había construido el Hotel Imperial de Tokio que resistió el terremoto de 1923. En 1914, Lloyd había firmado el contrato y aceptó otras comisiones que le permitieron conocer a fondo la arquitectura japonesa. En Tokio, contó con la asistencia de Antonin Raymond de ascendencia checa que vivió en Japón desde 1917.

Bajo la dirección de Antonin, en Dugway fueron construidas pequeñas ciudadelas de casas de madera utilizando los mismos modelos y materiales empleados en Tokio. Casas de madera de uno y dos pisos con mucho empleo de cartón y madera, alineadas en 12 hileras de 24 casas. Fue imitado el ancho de las calles, y la disposición típica de los conglomerados urbanos. Las casas incluían los techos de zinc y de tejas y dentro los típicos tapetes tejidos con fibras de arroz llamadas "tatami" y los paneles de madera recubiertos con papel de arroz llamados "shoji" que sirven como divisiones y puertas corredizas. Como en la actualidad el papel de arroz se usaba ampliamente para hacer biombos, lámparas y adornos. Además equiparon las casas con los muebles y enseres típicos de las casas japonesas. Las pruebas con las bombas incendiarias comprobaron que todo el material, la madera, el cartón y por supuesto el tatami y el shoji ardían muy fácilmente.
Bombas de magnesio
A diferencia del fósforo, más usado en bombas de humo que se inflama violentamente pero se consume rápido y se apaga si falta el oxigeno, el magnesio daba mejores resultados y el Napalm aseguraba que los incendios continuaran una vez que el magnesio se consumía. El magnesio arde con facilidad emitiendo una fuerte luz blanca y brillante (usado como flash en fotografía) acompañado de rayos ultravioleta y tarda en consumirse, pero no tanto como el Napalm. El magnesio es muy difícil de apagar una vez que se enciende y si se sumerge en agua reacciona violentamente y continúa ardiendo hasta que se consume totalmente, aún bajo el agua. Por esa razón los incendios con magnesio no se deben apagar con agua porque el efecto es el contrario, es decir el fuego se aviva. Esto era particularmente importante para los bombardeos en Japón puesto que siendo la madera el principal material de construcción el servicio de bomberos era muy eficiente, por supuesto no para fuegos producidos por magnesio. Pero además, los canales que alimentan el río Sumida en Tokio siempre están repletos de troncos que bajan de las montañas una vez que son talados los bosques que rodean la capital, lo cual ayudaba a mantener los incendios. Por último el magnesio se inflama generando temperaturas de 2200°C y para EEUU era un material barato pues tiene el 45% de la producción mundial.

Bombas de termita
Otra bomba incendiaria que competía en efectividad con el magnesio y por ello se usaba combinado era la Termita, una mezcla de aluminio granulado o en polvo mezclado con polvo de óxido de hierro. Ambos compuestos al mezclarse con otras sustancias, como el nitrato de potasio y el sulfuro forman la termita, cuya reacción al encenderse producen óxido de aluminio y hierro. La combustión es violenta y genera temperaturas de 2200°C. Además de quemar todo lo que está cerca, la combustión del magnesio y la termita causan daños al tracto respiratorio, quemaduras en la piel y las partículas de magnesio producen daños en los ojos. Al aspirar los gases de magnesio generados por la combustión se bloquean los pulmones ocasionando la muerte por asfixia, mientras que las partículas de hierro encendido causan miles de quemaduras profundas en la piel
Todas esas bombas incendiarias se probaron en Dugway Proving Ground dando como resultado final el holocausto de la ciudad de Tokio que en dos horas mató a 100.000 personas. Terminada la guerra el proyecto fue puesto en situación de espera, dependiendo su reapertura de los acontecimientos que surgirían a raíz de la Guerra Fría. Hacia 1946 el campo quedó completamente inactivo. Poco después, en 1950, como consecuencia de la Guerra de Corea, el centro fue reactivado y ampliado con la anexión de 279.000 nuevas hectáreas de tierras aledañas. Dugway Proving Ground adquirió el estatus de centro de pruebas permanente en el año 1954.
Durante los años que siguieron fue creado el Centro de Pruebas del Desierto de Fort Douglas que se sumó a las actividades de Dugway Proving Ground en 1968 con el nombre de Centro de Pruebas del Desierto.
Las operaciones en ambos centros de experimentación continuó hasta 1973 cuando el Dugway Proving Ground pasó a formar parte del "U.S. Army Test & Evaluation Command, (TECOM)" con sus cuarteles generales en Aberdeen Proving Ground, en Maryland. En 1999, TECOM se convirtió en el "Developmental Test Command" dependiente del "Army Test & Evaluation Command" en Alexandria, Virginia.

Dugway Proving Ground cuenta ahora con 798.855 acres donde se desarrollan y prueban todo tipo de armas, químicas y biológicas incluyendo las pruebas y perfeccionamiento el equipo militar de supervivencia en ambientes químicos y biológicos hostiles.


Fuente: [ 1 ].

domingo, agosto 21, 2011

" La Levitación Acústica "


Fue un proyecto desarrollado por la NASA a mediados de los años 80 pero que tiene sus orígenes en 1930. Desarrollaron este pequeño experimento en el laboratorio y luego lo quisieron replicar en el espacio para ver como se comportaba con gravedad cero. Gracias a ello se dieron cuenta de que el agua respondía generando luminosidad cuando este era bombardeado con sonidos de alta frecuencia.
El fenómeno se llama sonoluminiscencia y se había observado en la tierra años atrás, la novedad es que el resultado en el espacio era distinto a lo esperado cosa que significó un problema que las leyes físicas actuales no explican, ya que la teoría más extendida es que las ondas producen una burbuja que colapsa en si misma, llegando a temperaturas altísimas y convirtiéndose en plasma lo que produce luz y probablemente una fusión de neutrones.

La levitación acústica es un fenómeno físico no lineal relacionado con las ondas acústicas (ya sea sonido o ultrasonido) que consiste en que al incidir en un objeto y bajo determinadas circunstancias, las ondas acústicas logran mantener ese objeto suspendido en el aire sin necesidad de contacto alguno, de ahí el nombre de levitación. Para lograr la levitación generalmente se requiere el uso de ondas estacionarias y niveles sonoros muy elevados (del orden de 155 dB ref. 20µPa) para lograr levitar muestras de unos cuantos gramos y dimensiones de unos cuántos milímetros. Este fenómeno se emplea cuando es necesario mantener una muestra suspendida en el aire sin necesidad de contacto, ya sea por riesgo de contaminación o reacción química entre la muestra y el contenedor empleado, como sería el caso de una gota de metal derretido, que por su temperatura podría reaccionar, o una planta de fabricación de circuitos integrados en la que el contacto con las obleas de silicio representa un serio riesgo de contaminación. También puede aplicarse para realizar distintas mediciones de parámetros físicos de la muestra, como su viscosidad, si se trata de una gota de líquido.
La levitación acústica se realiza desde 1987, cuando en un laboratorio de la NASA consiguieron inmovilizar, con sonido, a un objeto dentro de un recinto. Aunque fue el año pasado cuando se consiguió elevar a seres vivos (insectos) en una universidad China. Esta noticia no es nueva, hace tiempo que se difundió.
Jamás sabremos lo que verdaderamente pasó por la cabeza de la hormiga, de la mariquita, de la araña y del pez que fueron sometidos a este curioso experimento en la Universidad Politécnica del Noroeste, en China. Pero el profesor Wen-Jun Xie y sus colegas de la universidad afirman que estos animales parecen no tener ninguna secuela y salieron del experimento en buena forma, si se exceptúa el pez que no está acostumbrado a vivir fuera del ambiente acuoso.


Durante algunos minutos, cada uno de estos animales fue levantado a varios centímetros del soporte metálico sobre el cual habían sido puestos gracias a la fuerza del sonido. Justo debajo, un imán vibraba al ritmo de un campo eléctrico variable, generando ultrasonidos muy poderosos. La presión del aire se volvió entonces ampliamente suficiente para levantar algunos gramos de un pequeño pez.
Para alcanzar la levitación acústica hay que utilizar una longitud de onda del sonido, lo más próxima posible de la longitud del objeto que hay que levantar. Y colocar dos superficies reflectantes al doble de distancia de la onda que tenemos que utilizar. En el experimento, en China, los ultrasonidos emitidos eran de 20 mm. de longitud de onda para poder levitar a pequeños animales.
Este principio no es novedoso ya que se habían levantado acústicamente a burbujas hace ya algunos años. La levitación acústica no es una novedad en sí. La novedad era conseguir levitar a organismos vivos, conseguir la ingravidez.
La primera cámara de levitación acústica fue diseñada y construida en 1987 como un experimento de microgravedad para la NASA. Buscaban estudiar el efecto de no gravedad en los transbordadores. Era un cubo de plexiglás de 12 pulgadas y dentro de la cavidad resonante tenia 3 altavoces. Aplicando un sonido continuo, resonante respecto a la caja (600Hertz), y ajustando la amplitud y relación de fase entre los 3 altavoces, los científicos fueron capaces de controlar la levitación y el movimiento en todos los 3 ejes del espacio (x, y, z).

En el experimento realizado por el profesor Wen-Jun Xie, los animales quedaban atrapados en medio del aire durante media hora completa, a flote gracias a ondas sonoras de alta intensidad y frecuencia. El truco consiste en crear una onda permanente, estacionaria, con regiones de baja y alta presión. Los animales quedan atrapados en las áreas donde la presión es más baja.
La levitación de animales más grandes, incluso con humanos, no es concebible porque requeriría ondas acústicas más grandes, con lo que no serán ultrasonidos sinó ondas dentro del rango de audición humana. Con lo que estaríamos escuchando un sonido a baja frecuencia y a un volumen que nos destrozaría los oídos. Pero la eficacia del procedimiento si parece suficiente para levantar un ratón y para estudiar la evolución de sus huesos en condiciones de no gravedad.
La levitación acústica usa los sonidos a través del aire, para equilibrar la fuerza de la gravedad. En la Tierra esto representa que los objetos floten, pero en el espacio conseguimos que los objetos no se muevan ni estén a la deriva, sinó que queden fijados en unas coordenadas inmóviles.
Si creamos ondas estacionarias con sus nodos, zonas de presión mínimas, y sus antinodos, zonas de máxima presión, una gota de agua puede quedar atrapada en un nodo.


Fuente: [1], [2].

sábado, agosto 06, 2011

" Isaac Newton y sus profecías "




El matemático inglés Isaac Newton (1643-1727), conocido por establecer las bases de la mecánica y enunciar la ley de la gravitación universal, tenía intereses menos científicos a los que aplicaba los mismos principios rigurosos que al resto de sus investigaciones. Amante de la teología y la alquimia, Newton teorizó a partir de la Biblia sobre cuál sería la fecha del fin del mundo. ¿La respuesta? 1260 años después de la refundación del Sacro Imperio Romano llevada a cabo por Carlomagno. La Universidad Hebrea de Jerusalén recibió hace casi cuatro décadas estos manuscritos del científico inglés como legado de un coleccionista. De ellos se deduce que, allá por 1704, Newton se empleó en la tarea de calcular esa fecha a partir de un fragmento de la Biblia, en concreto del libro de Daniel. Así dedujo que el mundo se acabaría 1260 años después del citado hito histórico, es decir, en el año 2060 de nuestra era.
De todos es sabido de la afición de Newton por la alquimia, pero su pasión se exacerbaba cuando se trataba de las profecías bíblicas. Cuando a Newton no le caían manzanas en la cabeza y resolvía cuestiones sobre la gravitación universal, invertía ingentes cantidades de energía mental en interpretar las profecías de Daniel en el Antiguo Testamento y el Libro de la Revelación en el Nuevo. Incluso, aunque suene inverosímil, Newton escribió miles, millones de palabras sobre este peregrino asunto. No en vano, Newton se consideraba a sí mismo como la primera persona que había interpretado correctamente ambos libros.

Como muchos protestantes del siglo XVIII, Newton también creía que el Papa era el Anticristo profetizado en el Apocalipsis: una encarnación de Satán en su último e infructuoso intento de influir en el plan de Dios para limpiar el pecado del universo.
Seis años después de la muerte de Newton, se publicaron en Londres sus “Observaciones sobre las profecías de Daniel y del Apocalipsis de san Juan”. El libro se reeditó en 1922, pero desde entonces, asombrosamente, ha sido imposible de encontrar. El único resumen de su contenido que se conoce es un capítulo del segundo tomo de la obra de Leroy Edwin Froom The Prophetic Faith of Our Fathers (Review and Heraid, 1950-1954), un voluminoso tratado en cuatro tomos, escrito por un historiador perteneciente a los adventistas del Séptimo Día. Froom era un gran admirador de las opiniones religiosas de Newton, muchas de las cuales son compartidas por los adventistas, entre ellas la identificación del papado con el Anticristo y la creencia en que Dios creó el universo por medio de Jesús. Al igual que los adventistas, Newton entendía que las cuatro partes de la imagen metálica que se describe en el capítulo 2 del Libro de Daniel simbolizan las sucesivas potencias mundiales de Babilonia, Persia, Grecia y Roma. Como los adventistas, interpretaba que el crecimiento del “cuerno pequeño” de la cuarta bestia de Daniel representaba el auge del papado.
Como Newton se tomaba muy en serio sus creencias y no quería que le tomaran por un chiflado, se tomo la molestia de demostrar que el Antiguo Testamento es una historia exacta y precisa elaborando una cronología de la historia del mundo basada en datos astronómicos como los eclipses y los movimientos de las estrellas. Es decir, que con mucho ingenio y paciencia, finalmente consiguió armonizar la historia bíblica con las historias laicas del mundo antiguo.

La sorprendente profecía aparece en un manuscrito del genio que se exhibe desde hace unos años en la Universidad Hebrea de Jerusalén, junto con nuevos documentos sobre su trabajo donde se deduce que, además de la física y la alquimia, dedicó muchos años al estudió de temas bíblicos y profecías apocalípticas.
La exposición se titula “Los secretos de Newton” y revelan una faceta poco conocida del ilustre físico. Los documentos habían sido adquiridos en 1935 por el estudioso y filántropo judío Abraham Yahuda en una subasta londinense y luego donados a la Biblioteca Nacional Judía. Esos manuscritos se exponen ahora por primera vez al público, según anunció la universidad israelí mediante un comunicado. Incluyen detalles de los experimentos de alquimia del matemático y de su interés por las profecías apocalípticas. Según afirma el centro educativo, Newton se veía a sí mismo como una especie de profeta por sus trabajos en este sentido.
Estos legajos provienen de una subasta realizada en 1936 en Londres. El lote contenía un millón de palabras sobre alquimia y tres millones sobre teología y profecías bíblicas. La mayoría de los pergaminos fueron comprados por dos personas: el economista británico John Maynard Keynes (que los legó al King's College de Cambridge) y el orientalista Abraham Shalom Ezekiel Yahuda, que se los dio en 1951 al recién nacido Estado de Israel; de allí pasaron al centro educativo en 1969; se dieron a conocer en 2003, pero nunca antes habían sido expuestos al público.

La nota de prensa publicada a raíz de la exposición asegura que los manuscritos sugieren que Newton perteneció al ahora notorio Priorato de Sión, la organización ficticia mencionada en la novela “El Código Da Vinci”, pero lo hace mayormente para llamar la atención de los medios sobre la exhibición, en vista de que el gran físico es mencionado en el popular libro de Dan Brown como miembro de una sociedad secreta junto con otras famosas personalidades de la era moderna, como Leonardo Da Vinci, Sandro Botticelli y Víctor Hugo.
La exposición revela la dicotomía entre filosofía natural y teología en Newton: mientras que toda su vida pública giró en torno a sus trabajos en física y sus esfuerzos para publicarlos, sus escritos teológicos y alquímicos fueron privados, escritos más para su propia edificación personal. En realidad la relación entre ciencia y religión en la vida y obra de Isaac Newton es un tema mucho más interesante y complejo que las fechas especulativas del Juicio Final.
En otro documento, Newton interpretó las profecias bíblicas para significar que los judíos regresarían a la Tierra Santa antes del fin del mundo, al afirmar que “el Apocalipsis causaría la ruina de las naciones maléficas, el fin de la congoja y de todos los problemas, el regreso de los judíos del cautiverio y en el establecimiento de un floreciente reino eterno”, supuestamente refiriéndose a la derrota del nazismo y la fundación de la moderna nación judía. Incluso en la exposición se muestra un documento donde Newton describe las probables dimensiones del Templo de Salomón en Jerusalén, y hasta dibuja un plano tosco del mismo.
Es interesante resaltar que Newton no predijo que el fin del mundo sería en el 2060, sino que puede venir después, pero no antes.


Fuentes: [1], [2], [3].